Almaz Ayana abrió la competición de atletismo en los Juegos Olímpicos con un récord del mundo. Corrió los 10.000 metros en la mañana de Río -así es el imperio de la tele que ha puesto una final matinal cada jornada- en 29:17.45, 14 segundos y 33 centésimas menos que el anterior tope de la china Junxia Wang, que resistía desde septiembre de 1993.
La marca aniquila el último de los increíbles, por poco creíbles, récords de lasangre de tortuga del ejercito de Ma Junren. Lo malo es que en los tiempos que corre el atletismo hoy en día, con el foco ahora centrado en África entre Kenia y Etiopía, los suspicaces también tienen cancha para seguir sospechando. Los récords, y más los que desplazan marcas que tenían aroma de dopaje, no se baten tan exageradamente, dirán. Es preferible la mirada cándida para seguir creyendo en el deporte. La carrera fue histórica con cuatro mujeres por debajo de 30 minutos.